Ahora que estamos en pleno Tour no está nada mal echar un vistazo a este artículo de Javier Bodegas publicado en la revista Biciclismo. Hagamos un poco de historia:
Un repaso a los apodos de los ciclistas
De la Cobra a Tarzán
Cualquier aficionado del tres al cuarto de ciclismo sabe a quién corresponde el apodo de ‘La Cobra’ en el pelotón profesional de hoy en día, máxime si tenemos en cuenta que ha sido uno se los protagonistas negativos del pasado Tour de Francia. Compatriota suyo es ‘El Grillo’, sobrenombre con el que se le conoce a Bettini. En Italia en los últimos tiempos son muy dados a relacionar a los ciclistas con animales, ya que aparte de los dos nombrados anteriormente nos encontramos con ‘El guepardo’ Quaranta, hombre aún en activo que tuvo un caché elevado hace unos años, y ‘Il Elefantino’ Pantani, nombre que lo le gustaba nada a gran escalador fallecido puesto que se le había puesto en relación a sus orejas ; le gustaba más ‘Il pirata’ que se asemejaba más a ‘El diablo’ Chiapucci, que también tenía cierta similitud con el de Giovanni Gerbi, uno de los grandes del ciclismo heroico italiano, al que denominaban ‘El diablo rojo’ por el color del maillot nuevo con el que salió a disputar una carrera a principios de siglo. Gerbi era un adelantado a su tiempo, fue el primero que se rasuró las piernas y estudiaba antes de las pruebas tanto a sus rivales como los recorridos por donde debían transcurrir las mismas.
Antes, los ciclistas italianos tenían nombres más sonoros. Era el caso de Guerra ‘La locomotora humana’, un prodigio de la naturaleza que rodaba por las carreteras italianas en una de las épocas más gloriosas de ciclismo mundial. Éste era un ciclista adorado por el público, siempre con la sonrisa en la boca, más cercano y amable que Alfredo Binda, uno de sus rivales, al que llamaban ‘La Gioconda’. Por todo ello fue imagen del ‘Super Hombre’ por el ideario fascista de aquella Italia de los años 30.
Menos original, pero siempre menos artificial han sido los sobrenombres que relacionaban al corredor con la actividad que realizaban antes de dedicarse por entero al ciclismo. Inolvidables son los de Julio Jiménez, conocido como el ‘El Relojero de Avila’, ‘El pequeño deshollinador’ para llamar a Maurice Garin, ganador del primer Tour de Francia, o ‘El jardinerito’ a Lucho Herrera. Este ciclista, escalador sin par, es natural de Fusagasugá, de donde también es Julio Cesar Cadena al que siempre acompañaba por lo que se quedo con’ El Secretario’.
Colombia tiene a bien ser el pueblo donde los apodos son más numerosos y más ocurrentes. Fabio Rodríguez era un buen escalador que corrió en Clas en una Vuelta a España en la que debía ayudar en la montaña a Fede Etxabe. Lo que le ocurrió en una ocasión subiendo los Lagos de Covadonga es que tiraba tan fuerte camino de Enol que descolgó a su jefe al final no oyendo para nada de los gritos que le daba el vasco metros más atrás. Pues a lo que íbamos, Fabio tenía un defecto en el labio; más fácil imposible: ‘Beso lindo’.
Uno de los héroes del ciclismo del país sudamericano fue ‘Cochise’ Rodríguez, primer campeón mundial colombiano. En Europa se creía que era por su parecido con el jefe apache. La verdad era otra muy distinta, le gustó tanto una película sobre el indio que vio de chaval que sus amigos le empezaron a llamar así.
‘El Pollo’ González fue un buen ciclista, al igual que Edgar ‘Condorito’ Corredor, Jimmy ‘Jumbo’ Cárdenas, Henry ‘Cebollita’ Cárdenas, Nelson ‘Cacaíto’ Rodríguez o Israel ‘El rápido’ Ochoa, por no citar más que unos pocos.
A algunos, en cambio, se les denominaba por un diminutivo de su nombre y de ahí de iba estirando poco a poco. José Jaime González era ‘Chepe’, su sobrino con otro sufijo Javier ‘Chepín’ y al vasco Lander Euba se le cambió a ‘Txepe’, si bien éste fue porque rodaba dando chepazos.
El color del pelo o de la piel también ha dado pie a nombres alternativos. Berrendero era ‘El negro’, Roger De Vlaemink ‘El Gitano’, Argimiro Bohórquez ‘El polaco’, un modo de llamar a los europeos en Sudamérica. Hubo un pelirrojo asturiano ‘Roxiu’ García, hermano de ‘Manzanillo’, ya fallecido y gran presidente de la Federación Asturiana.
Gran equipier en Banesto fue ‘El Zorro’ Hernández, ‘El Búfalo’ Gutiérrez pisó el podio en un Giro, ‘El Pájaro’ Rodríguez ganó una etapa en la Vuelta, ‘El Gato’ Del Ramo se lució en una fuga con Cabestany en el Tour y ‘El Bulldog’ Rebry se impuso en tres Paris-Roubaix.
Esto es sólo son una milésima parte de los que ha habido, y algunos de ellos han sobrepasado al apellido verdadero del ciclista en cuestión. Tras realizar un libro sobre los ciclistas vascos de toda la historia un aficionado veterano nos llamó enojado por haber dejado fuera de la lista al durangués Rebelo. El apodo Rebelo, en honor a un corredor portugués, había hecho olvidar a su verdadero apellido que no era otro que Olano.
A pesar de todo, siempre nos quedarán ‘Tarzán’ Sáez o ‘La Momia’ Plaza.
De la Cobra a Tarzán
Cualquier aficionado del tres al cuarto de ciclismo sabe a quién corresponde el apodo de ‘La Cobra’ en el pelotón profesional de hoy en día, máxime si tenemos en cuenta que ha sido uno se los protagonistas negativos del pasado Tour de Francia. Compatriota suyo es ‘El Grillo’, sobrenombre con el que se le conoce a Bettini. En Italia en los últimos tiempos son muy dados a relacionar a los ciclistas con animales, ya que aparte de los dos nombrados anteriormente nos encontramos con ‘El guepardo’ Quaranta, hombre aún en activo que tuvo un caché elevado hace unos años, y ‘Il Elefantino’ Pantani, nombre que lo le gustaba nada a gran escalador fallecido puesto que se le había puesto en relación a sus orejas ; le gustaba más ‘Il pirata’ que se asemejaba más a ‘El diablo’ Chiapucci, que también tenía cierta similitud con el de Giovanni Gerbi, uno de los grandes del ciclismo heroico italiano, al que denominaban ‘El diablo rojo’ por el color del maillot nuevo con el que salió a disputar una carrera a principios de siglo. Gerbi era un adelantado a su tiempo, fue el primero que se rasuró las piernas y estudiaba antes de las pruebas tanto a sus rivales como los recorridos por donde debían transcurrir las mismas.
Antes, los ciclistas italianos tenían nombres más sonoros. Era el caso de Guerra ‘La locomotora humana’, un prodigio de la naturaleza que rodaba por las carreteras italianas en una de las épocas más gloriosas de ciclismo mundial. Éste era un ciclista adorado por el público, siempre con la sonrisa en la boca, más cercano y amable que Alfredo Binda, uno de sus rivales, al que llamaban ‘La Gioconda’. Por todo ello fue imagen del ‘Super Hombre’ por el ideario fascista de aquella Italia de los años 30.
Menos original, pero siempre menos artificial han sido los sobrenombres que relacionaban al corredor con la actividad que realizaban antes de dedicarse por entero al ciclismo. Inolvidables son los de Julio Jiménez, conocido como el ‘El Relojero de Avila’, ‘El pequeño deshollinador’ para llamar a Maurice Garin, ganador del primer Tour de Francia, o ‘El jardinerito’ a Lucho Herrera. Este ciclista, escalador sin par, es natural de Fusagasugá, de donde también es Julio Cesar Cadena al que siempre acompañaba por lo que se quedo con’ El Secretario’.
Colombia tiene a bien ser el pueblo donde los apodos son más numerosos y más ocurrentes. Fabio Rodríguez era un buen escalador que corrió en Clas en una Vuelta a España en la que debía ayudar en la montaña a Fede Etxabe. Lo que le ocurrió en una ocasión subiendo los Lagos de Covadonga es que tiraba tan fuerte camino de Enol que descolgó a su jefe al final no oyendo para nada de los gritos que le daba el vasco metros más atrás. Pues a lo que íbamos, Fabio tenía un defecto en el labio; más fácil imposible: ‘Beso lindo’.
Uno de los héroes del ciclismo del país sudamericano fue ‘Cochise’ Rodríguez, primer campeón mundial colombiano. En Europa se creía que era por su parecido con el jefe apache. La verdad era otra muy distinta, le gustó tanto una película sobre el indio que vio de chaval que sus amigos le empezaron a llamar así.
‘El Pollo’ González fue un buen ciclista, al igual que Edgar ‘Condorito’ Corredor, Jimmy ‘Jumbo’ Cárdenas, Henry ‘Cebollita’ Cárdenas, Nelson ‘Cacaíto’ Rodríguez o Israel ‘El rápido’ Ochoa, por no citar más que unos pocos.
A algunos, en cambio, se les denominaba por un diminutivo de su nombre y de ahí de iba estirando poco a poco. José Jaime González era ‘Chepe’, su sobrino con otro sufijo Javier ‘Chepín’ y al vasco Lander Euba se le cambió a ‘Txepe’, si bien éste fue porque rodaba dando chepazos.
El color del pelo o de la piel también ha dado pie a nombres alternativos. Berrendero era ‘El negro’, Roger De Vlaemink ‘El Gitano’, Argimiro Bohórquez ‘El polaco’, un modo de llamar a los europeos en Sudamérica. Hubo un pelirrojo asturiano ‘Roxiu’ García, hermano de ‘Manzanillo’, ya fallecido y gran presidente de la Federación Asturiana.
Gran equipier en Banesto fue ‘El Zorro’ Hernández, ‘El Búfalo’ Gutiérrez pisó el podio en un Giro, ‘El Pájaro’ Rodríguez ganó una etapa en la Vuelta, ‘El Gato’ Del Ramo se lució en una fuga con Cabestany en el Tour y ‘El Bulldog’ Rebry se impuso en tres Paris-Roubaix.
Esto es sólo son una milésima parte de los que ha habido, y algunos de ellos han sobrepasado al apellido verdadero del ciclista en cuestión. Tras realizar un libro sobre los ciclistas vascos de toda la historia un aficionado veterano nos llamó enojado por haber dejado fuera de la lista al durangués Rebelo. El apodo Rebelo, en honor a un corredor portugués, había hecho olvidar a su verdadero apellido que no era otro que Olano.
A pesar de todo, siempre nos quedarán ‘Tarzán’ Sáez o ‘La Momia’ Plaza.
P.D. Por lo que veo los motes que he puesto a los de mi grupeta son hasta bonitos y todo jejeje...
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