30 octubre, 2008

HISTORIAS: UNA DE FAMILIA

Mi amigo Jordi, colaborador habitual de la revista Pedalier, tiene un blog (ver sección blogs favoritos) bastante interesante, titulado Al abordaje, dónde podemos encontrar historias como la siguiente, se titula Memorias de mujer e hija. Seguro que os suena lo que aquí nos cuenta:
"Hoy me vais a perdonar, ya que lo que sigue a continuación son las opiniones de mi hija Sandra y mi mujer Eva. Resulta que el verano pasado, para vacaciones, y a la pregunta de si preferían mar o montaña, las dos, casi al unísono, me contestaron: “Nooo, montaña no, que te llevarás la bici…” La verdad es que esta respuesta me hizo pensar que ya empezaban a estar hartas de nosotros (de mi bici, de los puertos y de mí…), después de un año en que he tenido la suerte de que me hayan acompañado a varias pruebas cicloturistas. Así que se me ocurrió preguntarles qué pensaban de mi afición y cómo se sentían de afectadas por ella, y vaya si obtuve respuesta, ¡y por escrito! Éste es el resultado, no tiene desperdicio:
El verdadero reto: Sandra
Todo empieza cuando suena el despertador, un sábado cualquiera, y una se levanta cosa de las ocho de la mañana. Intentas despertar, pero el sueño te vence y se escucha de fondo la voz de tu madre diciendo: “Venga levanta que es tarde”, y tú piensas “¡¿Tarde?!¡Pero si son las ocho!”Te levantas y te anuncian que tenemos que ir en coche hasta el infinito para seguir a tu padre en bici. Empiezas a vestirte, pero antes de nada, ya preparas la almohada para el viaje en el cochecito… y es que ya son muchos años de experiencia: Asturias, Andorra, Huesca, Navarra…Siempre igual, levantarse pronto para tener dos horas libres las cuales pasa tu padre poniendo la bicicleta en el coche, enganchándola, y no sé cuántas mil maniobras más. Cuando por fin ha terminado (sin estar del todo seguro cómo resistirá la bici ahí arriba…), subimos al coche, con el perro, faltaría más, y… ¡rumbo hacia el infinito! Lo que dan los ciclistas por ir a escalar una montaña con la bicicleta…Llegamos (y tú despiertas) y lo primero que hace es sacar la bici del coche y mirar si ha sufrido algún daño durante el trayecto.Nos quedamos a dormir, y al día siguiente no hay nada mejor como que te despierten a las siete de la mañana para ir a la montaña. Se prepara con sus mil accesorios para el ciclismo: guantes, casco, el maillot, sus gafas, coge la bicicleta y nosotras el coche y… ¡a seguir su reto! La verdad es que todos los sitios que nos lleva están muy bien y son muy bonitos, a veces va bien desconectar un poco. Miras por el cristal del coche y sólo ves a hombres, y alguna otra mujer, sufrir, cuesta arriba, mirándote raro al ver que vas en coche. Esto te da un cierto aire de comodidad, mientras que el porte de los ciclistas es de orgullo, y siguen adelante. Buscas, buscas, y no encuentras a tu “maillot familiar”: “¿Dónde andará?” Sigues hacia delante y nada: habrá que buscar por atrás. Paramos un rato a comer un tentempié, y estos chicos ahora nos miran con gana. Van pasando y pasando y… ¡mira! ¡El culotte de mi padre! Todo orgulloso, mientras llega a su destino, la cima de la montaña, no para ni para beber agua, ni respirar… Así y todo… ¡llegando de los últimos! Por fin llega, todo sudoroso y muerto de sed, y cuando te va a dar un beso piensas: “¡quita bicho!”Le das toda el agua posible para que no muera deshidratado, el pobre, y montamos en el coche para volver al pueblo. Sólo llegar se descalza, se quita todo el kit de supervivencia y se tira a la cama. Esa noche sí que no molestó para nada y en el fondo… ¡fue divertido! Lo nuestro sí que es un verdadero reto…
Daños colaterales: Eva
¿Quién es la mujer de un cicloturista? Es esa abnegada mujer que día a día vive al lado de un “loco de las montañas” y que sufre en silencio. ¡Cariño, quiero hacer la Irati Xtrem! Y tú piensas… ¿y a mí qué? Y la temida pregunta: “vendrás ¿no?” Y tú le contestas: “sí cariño, no faltaría más…” Ahí comienza todo. Semanas antes, el entrenamiento, días que no puedes contar con él, porque entre el trabajo y la bici, ni lo busques. Después, el tema de las comidas, que si pasta, que si arroz, que si muchos hidratos de carbono… Resulta que, por comer todos lo mismo, él acaba bien preparado y tú con dos o tres kilos de más. Después las compras, periplo de tiendas deportivas, en busca de todos los accesorios: bidones nuevos, cámaras, barritas energéticas, sales…Y por fin llega el gran día: te levantas al alba, horas de coche en la carretera, dormir fuera de casa, volver a madrugar y después más horas de coche detrás de la “marcha”. Y luego te pasas todo el año oyéndole decir a los amigos aquello de “yo este verano me hice la tal y la cual…” Y piensas sí, tú la hiciste, pero… ¿y nosotras? Y los daños colaterales ¿qué?..."
(publicado en Pedalier nº 25)
P.D. Un saludo Jordi!! Te he "robado" el artículo, tranquilo es por una buena causa (para que suban las visitas de tu blog jejeje). Por cierto, cuando se publica "mi artículo" en la revista!! jejeje...

2 comentarios:

Jordi Escrihuela dijo...

¡Hola Óscar!

¡Vaya sorpresa me he llevado al ver el enlace a tú blog desde mi "motigo webstats" (contador... pero no el ciclista, jejeje).
Pues muchas gracias a ti, ya sabes que puedes contar con mis escritos siempre y que me alegro que te gusten.
"Tú artículo" saldrá en el próximo Pedalier de diciembre, el número 26. Sí, llegamos tarde, esa foto... y para éste ya estaban cubiertos, pero no te preocupes porque en el próximo sale seguro. Además me han dicho que les gustó mucho.
Oye...un abrazo, seguimos en contacto campeón.

DANDY dijo...

Seguro que en diciembre las ventas de la revista Pedalier suben como la espuma jejeje...
Gracias a ti por todo, nos vemos, un abrazo.