Rebuscando por ahí me he encontrado con este artículo del año pasado publicado en la revista Ciclismo en Ruta. Habla sobre el tema del dopaje en el ciclismo, las consecuencias para los "crucificados" por la sociedad sin motivo, ya sabéis de lo que os hablo. Echádle un vistazo haber que os parece:
LA "GENERACIÓN DEL 98"
Con la explosión del ‘caso Festina’ en el Tour de Francia de 1998 el ciclismo cambió. Siempre habrá un antes y un después a partir de aquel escándalo. A través de las pinceladas de un grupo de corredores que han convivido con las grandezas y bajezas del ciclismo desde aquel momento, os mostramos cómo ha cambiado este deporte en la última década.
Año 1998. El ciclismo que conocemos arrancó esos días. Un tal Jan Ullrich relucía entre los grandes del deporte mundial. Para contrarrestarle, el relojero equipo del Festina disponía uno de los bloques más potentes, en cuanto a nombres, que se recuerda. El tridente ZulleVirenque-Dufaux amenazaba el recién iniciado reinado de alemán de Rostock. La amenaza fue truncada. Un buen día de julio, a pocos días de que arrancara el Tour en Dublín, Willy Voet, masajista de Festina y para los tiempos uno de los nombres siniestros de este deporte, era cazado con un arsenal de substancias prohibidas en ruta hacia “le grand départ” irlandés. La consecuencia más directa fue la expulsión del mejor equipo, el Festina, del Tour de Francia. Un año después, el vigente ganador de la ronda gala, Marco Pantani, salía por la puerta de atrás del Giro de Italia tras un positivo cerca del final. El escándalo como hecho cotidiano se acaba de instalar en el ciclismo.Hijos de esos tiempos son algunos de nuestros protagonistas. 365 días después de que Miguel Indurain colgara la bicicleta, Paco Mancebo, Pablo Lastras y Pedro Horrillo accedían a la categoría profesional. Con ellos otro buen puñado de corredores componen la lista: Óscar Freire, David Navas, David Latasa, Eladio Jiménez, Quique Gutiérrez, Óscar Sevilla, Ernesto Manchón y Juan Miguel Mercado. Como Machado, Unamuno y Valle- Inclán, ellos integran otra “generación del 98”, la que no convivió directamente con Miguel Indurain, pero que ha probado todos los estados, glorias y miserias de este deporte. En ellos, tenemos el espejo del ciclismo que hemos heredado.
Con la explosión del ‘caso Festina’ en el Tour de Francia de 1998 el ciclismo cambió. Siempre habrá un antes y un después a partir de aquel escándalo. A través de las pinceladas de un grupo de corredores que han convivido con las grandezas y bajezas del ciclismo desde aquel momento, os mostramos cómo ha cambiado este deporte en la última década.
Año 1998. El ciclismo que conocemos arrancó esos días. Un tal Jan Ullrich relucía entre los grandes del deporte mundial. Para contrarrestarle, el relojero equipo del Festina disponía uno de los bloques más potentes, en cuanto a nombres, que se recuerda. El tridente ZulleVirenque-Dufaux amenazaba el recién iniciado reinado de alemán de Rostock. La amenaza fue truncada. Un buen día de julio, a pocos días de que arrancara el Tour en Dublín, Willy Voet, masajista de Festina y para los tiempos uno de los nombres siniestros de este deporte, era cazado con un arsenal de substancias prohibidas en ruta hacia “le grand départ” irlandés. La consecuencia más directa fue la expulsión del mejor equipo, el Festina, del Tour de Francia. Un año después, el vigente ganador de la ronda gala, Marco Pantani, salía por la puerta de atrás del Giro de Italia tras un positivo cerca del final. El escándalo como hecho cotidiano se acaba de instalar en el ciclismo.Hijos de esos tiempos son algunos de nuestros protagonistas. 365 días después de que Miguel Indurain colgara la bicicleta, Paco Mancebo, Pablo Lastras y Pedro Horrillo accedían a la categoría profesional. Con ellos otro buen puñado de corredores componen la lista: Óscar Freire, David Navas, David Latasa, Eladio Jiménez, Quique Gutiérrez, Óscar Sevilla, Ernesto Manchón y Juan Miguel Mercado. Como Machado, Unamuno y Valle- Inclán, ellos integran otra “generación del 98”, la que no convivió directamente con Miguel Indurain, pero que ha probado todos los estados, glorias y miserias de este deporte. En ellos, tenemos el espejo del ciclismo que hemos heredado.
PABLO LASTRAS: "ANTES HABÍA CAPOS, AHORA GALLOS"
Larguirucho y risueño, Pablo Lastras fue profesional con 22 años tras adjudicarse el Memorial Galera siendo aún amateur. Apodado el “pencas”, “por mis largas y finas piernas como tallos de acelgas”, resume él mismo, Lastras es uno de los estandartes de esta generación. Pocas pero muy buenas victorias jalonan su bagaje, tan sólo trece, pero con éxitos en las tres grandes más dos generales finales en Burgos y la más cercana en Andalucía. Entre ellas se queda con una: “la que logré en el Giro de 2001 porque marcó un antes y después en mi carrera. Venía de una mala racha y logré relanzar mi carrera. Sin embargo, la más mediática fue la del Tour de 2003”. Ese punto de inflexión que supuso su primer triunfo en el Giro llegó tras un rosario de lesiones y operaciones que le hicieron pasar por cuatro intervenciones en las rodillas nada menos.Paradójicamente, en el Giro de 2001 ubica sus peores recuerdos como profesional. Fue en la famosa noche de la redada de San Remo, que acabó con Dario Frigo fuera de la carrera. “Ocurrió antes de la etapa reina y la incertidumbre nos asaltó. Fue una noche de llamadas y mensajes por el móvil. Quisimos ponernos de acuerdo, pero en ese momento comprendí que la desunión en el ciclismo era total”. Lastras hecha de menos “grandes nombres que tomen las riendas a favor del colectivo para reivindicarlo. En ese sentido, antes había corredores como Bartoli o el propio Miguel Indurain. Antes había capos, ahora gallos”, concluye gráficamente. “Deberíamos asesorarnos, acudir a las instancias que fueran necesarias y clarificar todas las normas para ganar credibilidad. El que ha sido y es aficionado sigue amando este deporte. Los de fuera no, nos juzgan sin saber de qué hablan. Hace poco, cuando Guti ganó la etapa de Valencia, leí que segundo había sido Plaza, y entre paréntesis recordaban su vinculación a la Operación Puerto. ¡No hay derecho!”, proclama. Pero el ciclismo también le ha dado mucho, más allá de lo escabroso que le rodea. “Mi vida deportiva lo ha sido todo. El ciclismo me ha dado el carácter que tengo y me ha proporcionado hábitos muy saludables. Con él he conocido lugares que de otra manera no habría visto en mi vida. Incluso en periodos de lesión he podido coincidir con un traumatólogo encantador”, relata el por cierto también encantador ciclista de San Martín de Valdeiglesias, que prosigue: “con el tiempo aprendes a escuchar a tu cuerpo. Cuando eres joven entrenas mucho, demasiado a veces, y llegas cansado a las carreras. Ahora sabes que, por ejemplo, el invierno es clave para la temporada. Evitar los excesos y convivir con el hambre son vitales”.En su acceso al profesionalismo varios eran los corredores que le marcaban el camino a seguir: “me acuerdo especialmente de ciclistas como Chente, Arrieta, Paco Cabello, Herminio u Orlando Rodrigues. Ellos fueron mis referentes”. Su labor a favor de otros no le ha impedido acuñar una frase relativa a su olfato para captar las fugas y su éxito. Se dice que “cuando Lastras está en la fuga es que tiene visos de llegar”. Él admite con agrado el halago y recuerda cuál fue la escapada que le dio las tablas de las que goza. “Fue en la Dauphiné de 2000. Me escapé con Iñigo Cuesta, que acabó ganado la etapa. Aquel día aprendí mucho, supe qué hacer en las fugas, alimentarme mejor, ahorrar energías y no mostrar mis cartas antes de tiempo. Esa derrota fue lo mejor que me pudo pasar”, concluye. Sus miras pasan por sumar otro triunfo en el Giro y seguir en la brecha hasta que el cuerpo aguante. No descarta, por cierto, probar con el ciclocross: “veo que publicasteis el mes pasado la última Pinarello y quizá me animé”.
FRANCISCO MANCEBO: "SIGO PORQUE DISFRUTO"
Compañero de equipo de Lastras durante años, Paco Mancebo es una de las víctimas más sonadas de la sangría propiciada por la Operación Puerto en el ciclismo. Desde que saliera del Tour por la puerta de atrás en el arranque de Estrasburgo, hace ya dos años, su estrella se ha ido apagando, en lo mediático. La salida del ciclismo del Relax ha sido el colofón, pero su espíritu rezuma tranquilidad y equilibrio. “Ahora mismo no me apetecería nada volver a un equipo ProTour”, afirma aliviado por las tensiones que ha dejado de padecer tras años en el máximo nivel.Sus réditos económicos cuando nada menos que el Tour figuraba entre sus objetivos le permiten cierto margen y por ende seguir vinculado al ciclismo, aunque sea en un pequeño equipo luso, el Fercase, y con unos objetivos más modestos: la Vuelta a Portugal. Mancebo reconoce sin tapujos que “ya no estoy en el ciclismo por dinero, aunque muchos me critiquen por ello. Sigo porque disfruto encima de la bicicleta”. El abulense admite con nostalgia que “antes éramos admirados y seguidos por hacer cosas que una persona normal ni siquiera se planteaba. Los que siempre nos han seguido continúan ahí, pero el gran público piensa que hay truco. Igual dentro de cinco o siete años podemos volver al punto en el que estábamos porque poco a poco el tema del dopaje debe ir a menos. Está claro que en el ciclismo sobra mucha gente”.Como Lastras, supera por poco la decena de victorias, sacrificadas en ocasiones por su voluntad de lograr buenas plazas en las generales. De ellas reconoce quedarse “con todas, por no ser muchas desde luego, aunque si tuviera que elegir me quedaría con el Campeonato de España por ser una carrera que había hecho en otras categorías y porque se te reconoce durante un año”. Para Mancebo el ciclismo “transmite capacidad de saber sufrir y superar situaciones complicadas. Ahora me tomo la vida de forma muy diferente, y allí donde la gente ve un problema yo no lo veo. Una vez pasó la marea de la OP, la verdad es que vivo muy tranquilo”. Esa tranquilidad le ha proporcionado mayor cercanía con la gente de su pueblo, que antes le veían en contadísimas ocasiones por estar siempre viajando.En invierno ha podido probar su BTT, en la que echa de menos mayor técnica. Ciertas curvas se le resisten. En su reorientación de objetivos tiene claro que la Vuelta a Portugal es prioritaria por deberse a un equipo luso, además espera que esta temporada la competencia sea enorme. El año pasado acabó sexto con gratas impresiones sobre lo que rodea a la carrera: “para ellos es como su Tour. Ves mucho más público que en la Vuelta. Aunque sea un ciclismo menos reconocido mediáticamente, el nivel es impresionante”. Alejado del ProTour, en 2007 pudo conocer vueltas denominadas exóticas como San Luis en Argentina, Chile, Lago Quinghai de China o Chihuahua, en México. Todas las finalizó entre los diez primeros, excepto la última, que acabó ganando.
Autor: Aitor Vega, Ciclismo en Ruta nº 48.
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