Y no paraba de nevar, hacer, frío, llover... pero un día el tiempo se calmó por unas horas, seguía haciendo frío pero la carretera, aunque a los lados tenía nieve, se iba secando un poco y entonces dos locos bajitos, como diría Serrat en una de sus canciones, se armaron de valor y enfundados de gore-tex hasta los topes salieron a saciar su sed de bicicleta. Cogieron dirección Nanclares y charlando pasaron los kilómetros, sudaron un poquito en un par de series en un repecho y volvieron animados hasta casa. Sólo habían sido 40 kilómetros y todavía tenían el frío metido en el cuerpo pero habían disfrutado otra vez de la sensación del aire en la cara al andar en bicicleta, de la charla mientras pedaleas, de los kilómetros en las piernas y además habían sacados unas fotos chulas para el recuerdo de aquel día en que un hicieron una de locos, qué frío, pero qué a gusto durmieron esa noche.
Aquí tenéis una foto de mi compinche este día:
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