El esfuerzo a veces se ve recompensado y esta ha sido una de las veces. Os cuento:
La mañana fresquita, dentro de poco volverá el pirata a nuestros armarios, paso lista visual y certifico la presencia de bastantes compañeros en el día de hoy.
El destino es Castañares y la velocidad prevista, en una etapa llana como esta, la típica, o sea, alta. Durante los primeros kilómetros me sitúo en la parte delantera del pelotón, eso me salva de la montonera que se produce antes de llegar a Villodas. Un frenazo brusco y el asfalto mojado son los principales sospechosos. Nos detenemos, revisamos a la tropa, no hay bajas, reanudamos la marcha.
A partir de aquí se acelera la marcha, participo de ello e incluso en un breve espacio de tiempo tiro del grupo. Al llegar a los primeros repechos de la antigua nacional comienza la primera escapada que es neutralizada con celeridad pero en la segunda intentona, en la zona de las Conchas de Haro, se hace la escapada buena del día.
Con un calentón considerable consigo colarme en la fuga y junto con mis intrépidos acompañantes navego por las tierras riojanas a toda velocidad. A la entrada de Haro sufro para aguantar en el grupo de los escapados pero consigo mantenerme dentro, es cuestión de apretar los dientes. De ahí hasta Casalarreina a relevos, yo no puedo colaborar mucho así que me conformo con pasar una vez y el resto aguantar hasta Castañares dónde a escasos kilómetros de la llegada nos alcanza el grupo perseguidor. Todos juntos saboreamos el descanso y la Coca-Cola que nos ofrece el control de firmas para acto seguido volver a Vitoria a un ritmo más relajado.
Es momento de charlar y comentar la jugada de la primera parte de la etapa, ha sido intensa.
La etapa de hoy acaba en alto así que nos jugaremos los puntos en el Puerto de Zaldiaran y es por eso que en Treviño ya comienza a acelerarse el ritmo de nuevo. El mini-pelotón empieza a perder unidades a medida que comienzan las primeras rampas, aguanto el ritmo, varios ataques, sprint final, se acaba la jornada, ha sido un final feliz. Ahora a dejarse caer hasta Vitoria, recuperar el aliento y despedirnos de los compañeros.
Otro día que se acaba, 120 kilómetros para la buchaca, qué más se puede pedir...
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