23 octubre, 2012

CLÁSICA SAN SEBASTIÁN (CRÓNICA)

6 A.M.. Algunos aún no se habrán ido a acostar y yo ya estoy en pie. Domingo, día 21, cita en Donosti para correr en la Clásica de San Sebastián. Con el petate preparado el día anterior sólo queda desayunar y vestirse. Recoger a mi compañero de fatigas en esto del running, Tinín, y directos para la capital guipuzcoana, por delante nos queda una hora de viaje bajo la intensa borrasca. El día plomizo y lluvioso no invita a correr pero las ganas por disfrutar del recorrido de esta carrera nos animan a medida que nos vamos acercando a nuestro destino.
Llegamos con tiempo suficiente y aparcamos cerca de la meta, el estadio de Anoeta se prepara ya para recibir a 4700 participantes que, a estas horas podemos confirmar, correremos bajo la lluvia del Cantábrico. Recoger dorsales, todo en orden , sin esperar colas, se ve que está muy bien organizado este evento. El cola-cao tradicional de estas citas y a cambiarnos para salir a calentar. Aprovechamos la tejavana del contiguo pabellón multiusos, nos vamos a mojar de todas maneras pero cuanto más lo alarguemos mejor. Quedan 15 minutos y nos vamos acercando a la zona de salida. Nos situamos en el cajón de 1´10, un pelín ambiciosos visto como llegamos a esta cita, que no es en el mejor escenario posible, ya que mi compañero arrastra una sobrecarga en un gemelo y yo llevo tres días sin hacer nada porque necesitaba descansar así que no sabemos como responderán las piernas hoy bajo el aguacero que nos cae mientras esperamos al pistoletazo inicial. La idea es hacerla a 4,30 manteniendo el ritmo y hacer así un buen entreno disfrutando del paisaje. 
Se da la salida, empujones por todos los lados, a 3,46 el kilómetro, cuando la cosa se calma ponemos nuestro ritmo y piano-piano vamos acompasando respiración y zancadas. Las cosas se ven más claras a partir del tercer kilómetro, ya se han apaciguado los ánimos y cada uno ha cogido su ritmo, el nuestro es bueno, todo el rato por debajo de 4,30. Van pasando los kilómetros, al llegar al séptimo vemos pasar a los "pros", nos llevan tres kilómetros de ventaja, ellos corren en otra liga. Llegando al ecuador de la carrera, y manteniendo un buen ritmo sin superar el límite que nos habíamos marcado, la lluvia pasa a ser ligera llovizna, metidos en faena no importa las inclemencias del tiempo pero se agradece la tregua que nos da el tiempo. Con un tercio de la carrera hecha aumentamos el ritmo sin quererlo, hace tiempo que no nos pasa nadie, de hecho, durante un rato vamos comandando un grupo.

A falta de dos kilómetros oliendo la meta es el momento de apretar, mi compañero empieza a sufrir los rigores del paso de los kilómetros en su gemelo y prefiere no arriesgar y me da libertad para exprimirme en los últimos dos mil metros. Meto la quinta marcha y full gas hasta meta, adelantando por todos los lados, haber regulado ha sido un acierto y acabar la carrera apretando es una de las mejores sensaciones que hay. Entro en la pista de atletismo y mantengo el ritmo sprint que traía, muy contento entro en meta y paro el tiempo en 4,18 de media.
Mismo tiempo que en la anterior carrera de Orduña pero esta vez en la distancia de 15 kilómetros, cinco más, así que prueba superada. Esperar un minuto escaso a que llegue mi compañero y celebrarlo como si hubiéramos ganado, para nosotros haber disfrutado y terminar sin contratiempos es lo que nos importa.
Recoger el avituallamiento final, comentar la carrera y raudos y veloces al coche a cambiarnos porque comienza a jarrear de nuevo. Una vez aseados encarar el viaje de vuelta comentando las mejores jugadas y soñando con nuevos retos...

2 comentarios:

Itxaspe dijo...

no sabía que también corríasssss!! ;)

DANDY dijo...

He empezado este año en serio pero poco me ha durado la alegría... Ya estoy lseionado, toca parar, pero volveré!!!!