14 octubre, 2011

UNA VIEJA HISTORIA DEL LEJANO OESTE: KUART VALLEY

A lo lejos se vislumbraba un reflejo, el sol se peleaba por hacerse con el cielo pero a esas horas la niebla era la invitada de lujo. Eran alrededor de las nueve de la mañana cuando, tras desperezarse de una noche gélida, los jinetes apuraban los últimos detalles de sus monturas para partir en un nuevo viaje, esta vez la aventura prometía, el Lejano Oeste les esperaba. Pitxi hacía de guía, como en las mejores ocasiones, la caravana le seguía con paso firme. Por su seguridad, esta vez la cuadrilla de vaqueros contaba con la presencia de dos afamados pistoleros, Iñaki y Naiara, un seguro de vida para estos casos, nunca mejor dicho. El resto, los de siempre, Arkaitz, Tinín, Joseba, Itziar y el que suscribe. Algún vaquero habitual tuvo que quedarse en el rancho cuidando del ganado.
 
 
Con paso firme y al trote, cabalgaron durante varias horas buscando la cima de Badaya´s Mountain, cresteando durante muchas millas llegaron a un pueblo casi deshabitado donde, preguntando a un  extraño lugareño consiguieron agua, dejaron descansar a las monturas y saciaron el apetito que, después de varias emboscadas, ya tocaba. La jornada había sido dura, un último arreón y con suerte encontrarían el lugar que buscaban. Doy fe de que lo consiguieron, no sin esfuerzo, cuando el sol más pegaba sobre sus cabezas a lo lejo pudieron divisar unas sombras, si, allí estaba, al galope llegaron a su destino, Kuart Valley, como así lo había llamado el guía, emergió ante sus ojos cual girasol vespertino de verano. No era verano, más bien Octubre y no se conocía de la existencia de dicha planta por esas lides pero lo parecía. Una vez más la historia del Lejano Oeste retumbaba en sus cabezas. Mientras dejaban sus monturas descansar recorrieron la ciudad, tomaron unos whiskys en el gran Saloon y brindaron por haber llegado hasta allí. Habían conseguido su objetivo, el viaje de vuelta sonaría mucho mejor ahora, ríos de canciones corrieron en las millas que les restaban de vuelta al Rancho. Al galope, llegaron de nuevo a casa. La aventura había finalizado. Sanos y salvos, llevaron sus monturas al establo. Se quitaron los sombreros y las botas y se fueron a celebrarlo junto a a la hoguera, un día duro en el Oeste bien se merece una buen banquete, pensando en la próxima aventura cerraron los ojos y se sumergieron en nuevos sueños...
 
P.D. Ver mapa de la ruta de los vaqueros pinchando el título.

No hay comentarios: